La matrística y el tabú de la sexualidad

Que es la matrística?

Muchas de mis lecturas me llevaron, accidentalmente, a temáticas relacionadas con la matrística, también llamados pueblos matrifocales.

Leyendo autoras que investigaron mucho estas “civilizaciones”, entendí nuestro potencial como civilización, un potencial que nunca pensé podía existir, pero que me ha dado insight y entendimiento sobre otras formas de vida posibles.

Los pueblos matrifocales han existido en del 7000 al 3500 a.c y fueron aquellos más pacíficos que existieron en la tierra.

La matrística es una forma de organización social opuesta al patriarcado, cuyas relaciones están basadas en el sistema empático humano y en el principio materno. La antropología y la historia la llaman la Edad Dorada, en donde no existía la necesidad de dominación y la vida humana se autorregulaba a través del afecto y el placer. No existía el concepto de dominación de la tierra, y por lo tanto tampoco de los animales.

En el momento de su existencia no había tal cosa como la religión, no existían las jerarquías ni los reyes, tampoco la dominación, ni siquiera la geografía como la conocemos hoy. Simplemente eran seres muy evolucionados, que entendían la vida como lo que es, todo lo que existe, todo lo que tenemos.

El foco de su organización era el cuidado de la trama de la vida. Algo que en nuestra sociedad actual se encuentra en riesgo. Algo que hace miles de años con el patriarcado ha perdido relevancia para dársela a los sistemas de producción, el poder y dominación, la acumulación y la reproducción como forma de eternizar este modelo de producción capitalista.

No había Estado, ni patriarcado, ni guerra, ni pobreza, ni prostitución.

Los primeros episodios de civilización patriarcal comienzan en el 4000 a.c y se van desarrollando hasta el 500 ac, donde comienza una civilización como la actual con leyes y reglas que abarcan todos los aspectos de la vida humana.

Y qué es lo que hace a estos pueblos tan pacíficos? Un poco se va entreviendo la respuesta..

Hay una teoría que afirma la persistencia de la veneración a la Diosa Creadora.

La religión como hoy la conocemos nos ha impuesto un modelo de Dios como hombre, pero aquí la existencia tenía naturaleza femenina, Porque ellxs bien sabían que todo lo humano nace del cuerpo de una mujer, entonces qué les haría pensar que la existencia no vendría de este mismo origen pero a nivel cósmico?

Otra teoría, que va de la mano con la anterior, es la que presenta Casilda Rodrigañez en sus escritos, y es que estas sociedades se basaban en el cuidado mutuo, en el placer, en el dar-recibir-devolver, en la pulsión sexual, manteniendo desde el comienzo de la vida la sexualidad primal, el contacto madre- cría, sin que haya otra prioridad más que esa.

 

Cómo sería una sociedad que no estaría basada en la dominación, la autoridad, la castración y en la jerarquía?

Sería una sociedad matrística. Donde no hay tabúes, donde la vida se desenvuelve tal como es, donde se deja ser lo que es, sin resistirse a la pulsión, sin interrumpir el fluir, sin resistir a lo que nace naturalmente de cada ser. No se requiere la dominación, la autoridad, porque no hay nada que dominar, no hay percepción de un bien o un mal.

Esto definitivamente es muy distinto a lo que vemos hoy en la sociedad capitalista, donde lejos de ser prioridad el cuidado mutuo, se prioriza la producción y el trabajo por sobre otra circunstancia “no productiva”, aplastándonos los unxs a lxs otrxs, compitiendo por tener más poder y por ganar un lugar en una sociedad de consumo. Vivimos en un estado de relajación difícil y escaso en un tejido social competitivo.

 

El tabu de la Sexualidad

 

La sociedad en la que hoy vivimos también está basada en el tabú de la sexualidad.

La castración sexual siempre ha sido una técnica de desvitalización para la domesticación de animales, humanos incluidos.

Casilda explica que la pulsión sexual, la libido, está dentro nuestro para autorregularnos. Cada vez que tenemos una pulsión sexual, el cuerpo está necesitando, pidiendo, regularse. Sin embargo, desde pequeñxs nos han restringido la exploración sexual, porque sólo se ve la sexualidad como falocéntrica, sucia, pornográfica, cuando, realmente, el concepto de sexualidad está muy alejado de esa visión. Con esta castración no se nos ha dejado fluir hacia nuestro propio camino, que es nuestra capacidad orgástica y autorreguladora:

“El proceso sexual tiene una función reguladora que va más allá de la reproducción, tal y como el propio deseo y nuestra propia experiencia diaria se encargan de hacernos saber, a pesar del acorazamiento y de las desconexiones internas.

La sexualidad produce la sensación del bienestar que acompaña a la autorregulación corporal, a la plenitud de la armonía de la sinergia corporal (como cuando un gato ronronea); por ello tonifica y anima a los cuerpos, propicia iniciativas y creatividad (ganas de hacer cosas, pasión por las cosas), y se retroalimenta seduciendo, consintiendo y complaciendo.”

 

Esa capacidad en su máxima expresión es la que nos hace vivir en plenitud. Ser seres de amor. De consciencia pura. Que nos ayudamos, colaboramos, donde no hay diferencias, no hay necesidad de dominación ni de adiestramiento.

El fin de lo matrístico como sociedad coincide con el surgimiento de la idea de dominar la tierra y ello arranca en los tiempos del Génesis, al igual que el parto con dolor, la dominación del hombre sobre la mujer, y todo aquello propio de la sociedad patriarcal. A partir de este momento y, hasta ahora, se conserva la competencia, el poder, la ilegitimidad y la irresponsabilidad; se empieza a vivir en la desconfianza y se buscan certidumbres en el control del mundo natural, de los otros seres humanos y de uno mismo. Al vivir en la desconfianza no se aceptan los desacuerdos como hechos legítimos, y sólo se tolera lo divergente cuando se cree que eventualmente será modificado o eliminado.

 

La matristica como posibilidad de una nueva realidad

Es necesario crear nuevas formas. Ya podemos intuir que este sistema no se puede sostener. Hoy se sostiene a costa de nuestra salud, de nuestra libertad.

Comencemos a buscar subjetividades. Comencemos a formar comunidades de ayuda mutua, amorosas, crear redes con las mismas bases, a aceptar las divergencias, a ver la unicidad de cada ser y abrazarla como tal.

Comencemos por donde podemos, por dentro, por cambiar nosotrxs para inspirar, para demostrar que hay formas amorosas de vivir.

Soltemos la dominación, dejemos de sostener las jerarquías absurdas, las desigualdades que nunca existieron como tales, y comenzar a vivir una vida basada en el amor, en la confianza, en el dar y en el recibir, con el corazón, conectando nuestra mente, con nuestro espíritu y nuestro cuerpo.

Como seres humanos somos seres adictos al amor y dependemos, para la armonía biológica de nuestro vivir, de la cooperación y la sensualidad, no de la competencia y la lucha.